DRAKE
- Arizona H.
- 3 oct 2018
- 3 Min. de lectura
Hace unas horas que nos dejaste, que te fuiste de este plano, de este mundo que ya no es el tuyo. Has dejado de vigilar el patio, salgo a buscarte y ya no puedo encontrarte, no oigo el repiqueteo de tu cola en la madera del porche y salgo a tender la ropa sola.
Te busco cada vez que llego a casa con el coche. Te buscaré cada vez que lleguemos de viaje, aunque sé que ya no te tendré allí esperando, feliz por vernos de nuevo.
Aún puedo verte corriendo entre los campos, corriendo a mi lado por la montaña, sentándote pacientemente mientras masajeaba tu pelo negro con mis pies.
Se me hizo corto Drake. Me dejaste a medias. Pensaba que verías a nuestros hijos correr, que montarían tu potente lomo y se sentirían conquistadores de tierras lejanas. Pensaba que seguirías un poco más, pensaba que la vida iba a seguir igual, con nuestras rutinas, nuestros saludos y nuestros ratos de lectura al sol.
Me acuerdo de nuestros últimos momentos juntos, tú me mirabas tranquilizándome. No sé por qué me dio la impresión de que me pediste que cuidara de él, que cuidara de papi. Lo haré, no te preocupes, aunque nadie lo hará mejor que tu. Tú cuidabas de todos, de Dingo y de los que estábamos dentro de casa, ajenos a que el tiempo pasaba, ajenos a las canas blancas en tu manto negro. Pero me enseñaste a vivir diferente, al menos lo intentaste. Querías que disfrutáramos cada momento que la vida nos da, sin pensar en el ayer ni hacer planes para el mañana.
Espero, que allá donde estés, seas feliz, que juegues con palos y piedras, que pasees todos los días, que corras, que persigas conejos y también gatos y también espero que de tanto en tanto, eches una mirada a la tierra y sonrías. Si algún día decides volver, te esperaremos, el tiempo que nos de la vida. Intentaremos volver a darte el amor que te has llevado.
Nos has dado tanto, durante tan poco tiempo, que ahora, nos encontramos vacios. Los caminos sin ti, ya no tienen sentido.
Para nosotros, por supuesto, siempre serás el mejor perro. Te encantaban las personas, te encantaba escucharnos tumbado esperando alguna caricia furtiva.
Me acuerdo de estar muy enfadada contigo, cuando tuvimos el accidente. Pero aquello nos duró días. Te perdoné enseguida, porque esos ojos me derritieron el corazón desde el primer momento que los miré y porque en el fondo, tú no quisiste hacerme daño. Dejaste de lado tu instinto y escuchaste los gritos de mami y entonces, me miraste, y la soltaste de tus fauces.
Mami sigue gritando, gritando de rabia y llorando de pena. Creía que ya no me quedaban lagrimas para nadie más. Creía que me había hecho fuerte con los años, con los daños. Has roto mis barreras, hay una grieta en mi corazón que tardará en repararse, hay un vacío en mi vida, me faltas ya desde el primer día.
Perdona, si no llegué estar a la altura de tu amistad. Perdona si pasaste frío o calor. Perdona si no nos dimos cuenta antes de que te apagabas. Y sé que lo haces, sé que nos perdonaste ayer, al menos quiero creerlo. Te dije ayer que descansaras, que no sufrieras más y que harías el último viaje, tú sólo. Como me hubiese gustado llevarte de la correa, acompañarte en ese último paseo. También te dije que nos esperaras, que nos volveríamos a ver, aunque ya no en este mundo. Al final, solo nos queda la esperanza de que otros que ya marcharon se tumben contigo, rascándote la barriga.
Me queda la imprenta de tu pelo entre mis dedos. Me quedas para siempre grabado en el corazón.
Te echaré de menos, todos te echaremos de menos, adiós amigo, nos vemos pronto.
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